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Cuento: Zuncho, el zopilote

Zuncho, the buzzard

En el mundo de la inmundicia, que reinaba en aquel botadero de basura en la desembocadura del río Tárcoles, cerca de la Playa Azul de Garabito, vivía Zuncho, el zopilote, el menor de una familia de aves negras conocidas como los limpiamundos, ya que en la búsqueda de su alimentación estas aves se convierten en los principales trabajadores del aseo.

A lo lejos, se observa el vaivén de las olas  y las estelas que trazan un camino espumoso y café oscuro en una playa que, irónicamente, lleva como nombre Playa Azul. Las gaviotas danzan lentamente emitiendo el bullicio de su gangoso graznido, se zambullen una y otra vez sobre las olas, para cazar orgullosamente un pez y luego volar hacia las rocas cercanas a disfrutar de su alimento.

Cercanas al lugar, cantidades de basura, la huella de una sociedad insensata en donde se mira toda clase de porquerías y desechos que son las sobras de los habitantes del Valle Central de Costa Rica.

Parado sobre una llanta vieja, que danzaba sobre una montaña de basura,  Zuncho, el zopilote, observa con mucha paciencia la muerte de una  zarigüeya herida, que venía sobre la basura transportada por la corriente del río.

Aquella carga de residuos sólidos y líquidos, sucios, contaminantes y enfermizos en la tierra, en el agua y en la atmósfera, producía olores insoportables que se incrustaban en el cerebro de los seres vivos que por ahí pasaban.

Los zancudos entonaban su canción alrededor de aquel pobre zorro a quien no dejaban descansar en paz, mientras el animal luchaba por sostener su último soplo de vida.

A lo lejos, un conejo de monte movía la cabeza temblorosa y disfrutaba  de una deliciosa zanahoria que venía junto a un zapallo y una calabaza, en una caja de plástico llena de hortalizas medio podridas que, el día anterior, los inescrupulosos lanzaron al río Torres, de la ciudad capital.

Los zarpazos constantes de los cocodrilos distraían a Zuncho, el zopilote, de sus cavilaciones; pero el ave limpiadora de inmundicia no dejaba de mirar la presa que se formaba en lo que alguna vez fue un caudaloso río y que ahora solo era una fuente de contaminación.

Al cabo de las horas, Zuncho se quedó dormido, adormecido por el lento caminar de aquellas putrefactas aguas, cuya contaminación del ambiente despedía un fétido olor para los humanos, pero para él era un delicioso aroma.

De repente, se encontró en la explanada de un terreno desnudo de vegetación, que dejaba ver el atormentado azote del furibundo verano. Por el centro de una gran pradera se podía observar una estela de piedras negras y cubiertas de musgo seco, de lo que una vez fue un río. Allí se encontraba una vaca que tenía más de tres días de muerta.

Cuando Zuncho se disponía a deshilar a placer las tripas de aquel desafortunado animal, lo interrumpió un sonido amistoso: gus, gus, gus… Abrió los ojos y, ¡oh! Qué decepción. Descubrió que se había quedado dormido y recién despertaba de su hermoso sueño.

Al lanzar una mirada hacia la anhelada zarigüeya, pudo observar que una manada de sus hermanos zopilotes ya la había devorado, y lo único que quedaba eran unos huesos esparcidos por el basurero que estaba a punto de ser alcanzado por la marea de aquel contaminado mar del Pacífico.

“La próxima vez” –pensó Zuncho, con un estruendoso sonar de tripas–“espero no volver a quedarme dormido”. Moraleja: Aún se está a tiempo de salvar nuestro planeta y aquí, a nuestro país.

Zuncho, el zopilote. Filadelfo Sancho-Ramírez. Revista Umbral, volumen 46, N.º 2, julio-diciembre, 2021. ISSN 1409-1534, e-ISSN 2215-6178

Acerca del autor

filologo20@gmail.com | + posts

Jubilado
Palmares, Alajuela
https://orcid.org/0000-0001-7057-3208

Referencias bibliográficas

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Recibido: 03/02/2021
Aceptado: 26/04/2021
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CÓMO CITAR / HOW TO CITE
Sancho-Ramírez, F. (2021). Zuncho el zopilote. Revista Umbral, 46(2).