I. Introducción
Para acercarnos al texto literario de Vodanovic, utilizaremos, primero que nada, la segmentación de los componentes que conforman la estructura textual; y, además, nos apoyaremos con el enfoque teórico de la sociocrítica, cuyo objeto de estudio está focalizado en el sujeto, la ideología y las instituciones que detentan el poder e implantan estereotipos conductuales en los miembros de sus sociedades. Por otro lado, también tomaremos en cuenta los postulados de Claude Bremond sobre la lógica de los posibles narrativos, donde se vislumbra el tipo de secuencias que se pueden presentar en un texto literario. Específicamente, para el ámbito de la sociocrítica los teóricos propuestos son los académicos Edmond Cros y Lucien Goldmann. Goldmann formula el concepto de sujeto transindividual para explicar la obra literaria; así lo detalla en su hipótesis llamada el estructuralismo genético, donde define a este tipo de sujeto de la siguiente forma:
Es un sujeto colectivo, un grupo cuyas prácticas sociales y cuyo discurso dejan huella en la conciencia de los individuos particulares adscritos a él, determinando su competencia ideológica y conformando su no consciente. El no consciente es producto de un sujeto colectivo y no aparece reprimido; se trata de una memoria discursiva que porta ciertos valores de grupo, ideológicos, pero de la cual, si bien el sujeto no tiene necesariamente conciencia, es posible que llegue a tener algún tipo de percepción en un momento dado (Herón, 2004, p. 105).
A partir de esta noción, buscaremos los discursos sociales hegemónicos y, en ocasiones, contradictorios que subyacen en la organización interna del razonamiento de los personajes que integran las prácticas sociales del texto de Vodanovic; y que concluye con una propuesta ideológica en particular. Entre los grupos sociales más relevantes están: el matrimonio, el ámbito laboral, la clase económica, el lugar de procedencia y la familia. Es a partir de aquí donde, posteriormente, intentaremos explicar la relación entre el texto y estos discursos ideológicos que emergen de la colectividad social; además de los signos que, paulatinamente, se relacionan con otros signos, y van conformando un nuevo sistema sígnico. Más allá de las implicaciones derivadas de estas prácticas en las conductas de los personajes, Cros señala que existe una memoria colectiva que, en ciertas ocasiones, deja una huella profunda en las reflexiones emitidas por los sujetos sociales. Es importante señalar que estos discursos permiten dilucidar cómo es la infraestructura ideológica que impera en la sociedad descrita en el texto literario. Cros define los elementos constitutivos de los discursos como microsemióticas, y las conceptualiza de la siguiente manera:
A estas prácticas discursivas se les llama microsemióticas, ya que cada discurso transcribe en signos el conjunto de valores del grupo social del cual procede, y nos ofrece una posibilidad de lectura de las modalidades particulares de la inmersión de ese grupo en la historia. Esto es porque en la memoria colectiva persisten enseñanzas, modelos, recuerdos de realidades concretas, de prácticas sociales específicas que dejan huella en el discurso de los sujetos (Herón, 2004, p. 98).
También, la sociocrítica considera que en el discurso no es posible encontrar un único mensaje monosémico, y, por lo tanto, no se puede reducir el texto literario a un supuesto mensaje ideológico. Asimismo, dentro del fenómeno literario inciden los aparatos ideológicos del Estado, denunciados por Louis Althusser, que son instancias donde se reproduce el poder autoritario y despótico de las clases dominantes. “Se trata de instituciones especializadas que no presuponen coerciones visibles o aparentes, sino que actúan mediante los mecanismos de difusión y reproducción de la ideología y, así, rigen la vida cotidiana; entre ellos están: la iglesia, la escuela, los medios masivos de comunicación, etc.” (Herón, 2004, p. 108).
Por otra parte, Cros indica que para analizar esos discursos se debe tener presente el esqueleto de enunciados que los integran, donde es muy probable que existan estrategias o mecanismos productores de sentido (como la ironía y la parodia). Así pues, también es vital el análisis minucioso de los intertextos, interdiscursos, mitos y símbolos que se oculten dentro del texto dramático por analizar. Los filólogos Silvia Solano Rivera y Jorge Ramírez Caro enumeran tres parámetros metodológicos que se deben seguir para cotejar los textos mediante el enfoque sociocrítico:
1) En el texto están presentes discursos de diversa índole y opuestos o enfrentados, dado que todo texto se constituye como un interdiscurso, como una materialización de voces; 2) no se trata de explicar el sentido unitario del texto, sino de explicar de forma unitaria sus múltiples fracturas; 3) develar el funcionamiento textual, su estructura profunda, esto es, ver cómo los discursos sociales, implicados, alternándose, actúan de un modo peculiar en la configuración del texto (Solano y Ramírez, 2016, p. 39).
Además, es importante mencionar que Cros enfatiza que el texto literario está integrado por el genotexto (lugar donde se manifiestan o se ocultan los signos) y el fenotexto (estructuras lingüísticas superficiales del texto). Por lo tanto, el discurso literario establece relaciones entre instituciones sociales, procesos económicos, formas de comportamiento, sistemas de normas, dogmas religiosos, tipos de conductas, modos de convivencia; todo lo anterior lo percibimos como práctica social, y engendra nuevas posturas y encadenamientos de estructuraciones a partir de la combinación entre el genotexto y el fenotexto. Finalmente, las diferentes formaciones ideológicas están organizadas de manera estructural (desigualdad/subordinación). El sentido de cada palabra no existe en sí mismo, sino que está determinado por las posturas ideológicas que intervienen en el proceso social e histórico en que se producen. La palabra cambia de sentido según el que la emplea. Así, Cros apunta que la formación discursiva se refiere a lo que, en una formación ideológica dada, partiendo de una coyuntura determinada por el estado de la lucha de clases, condiciona lo que se puede y debe decir. En tal sentido, se habla de dos niveles en el análisis de la ideología: el preconstruido, referido a cuestiones no implícitas que se encuentran disfrazadas, y el construido (aserto o no natural), que responde a un sistema de huellas localizables a nivel de juicios explícitos, racionalizaciones, valores, rasgos valorativos y deícticos (“afortunadamente”, “desgraciadamente”, “lentamente”, etc.), y que alteran, considerablemente, las distintas visiones sociales en los individuos. Lo social se hará presente en el texto mediante la variedad de signos que lo integren.
Todo ese entramado de redes discursivas e ideológicas, que habitan en el texto literario, será el objetivo principal de nuestro estudio, sin olvidar, obviamente, la relevancia de cotejar la estructura textual con el contexto. Como ayuda para facilitarnos el trabajo, nos valdremos de unos esquemas básicos para el análisis textual propuesto por el docente de la Universidad Nacional de Costa Rica, Jorge Ramírez Caro. Dichos esquemas están divididos en cuatro apartados: a) paratexto, b) cotexto (incluye la noción de secuencia narrativa propuesta por Claude Bremond), c) estructuras de mediación y d) contexto. Cada una de estas divisiones posee componentes que la integran, las cuales iremos mencionando a lo largo del comentario textual de “El delantal blanco”.
II. Breve reseña histórica del contexto social de la obra
En los años sesenta, en Chile, hubo una expansión industrial fuerte la cual trajo beneficios laborales a los sectores populares. La creación de nuevos empleos produjo un incremento benéfico en el nivel de vida de los sectores de la clase media; el empleo público experimentó un alza considerable. No obstante, en Santiago, la llegada de inmigrantes del campo fue notoria debido a la nueva expectativa por alcanzar un mejor estatus de vida. Lo anterior provocó que la industria, en general, no tuviera la suficiente capacidad para absorber a los conglomerados que deseaban integrar esas fuerzas de trabajo. Fueron el sector industrial-artesanal y el doméstico los que dieron abrigo a la población marginada que venía de zonas alejadas de Chile.
Hay que destacar que, aunados a la expansión comercial informal en la ciudad, proliferaron los asentamientos urbanos de los inmigrantes pobres que venían a buscar una oportunidad para crecer económicamente. Las políticas de carácter nacional se orientaron a fortalecer el Estado como un agente económico activo en la generación de riqueza, a la par de ser un impulsor de las obras públicas y responsable de un conjunto importante de industrias básicas para el país. Así pues, el Estado fue constituyéndose en un agente clave para la inclusión social de los crecientes sectores medios y, luego, de los sectores obreros organizados. En este proceso, también se manifestó un importante impulso de la inversión en la vivienda social, y hubo legislaciones con mayores regularizaciones en los contratos laborales; se desarrolló una serie de políticas sociales que, normalmente respondiendo a un punto de vista masculino, construyeron las condiciones sociales y legales que posibilitaron una vinculación creciente entre la constitución de la familia y el matrimonio, en especial con la familia nuclear patriarcal. Finalmente, en este período de la sociedad chilena, en la mayoría de la población la vida cotidiana de familia se caracterizó por transcurrir desde marcos jerárquicos patriarcales, tanto respecto a la vida de pareja como en la relación entre padres e hijos.
Los preceptos sociales prevalecientes estaban dirigidos por el ideal del “salario familiar”; esto es, constituir al hombre trabajador como el jefe de familia y el sujeto proveedor y, a su vez, a la mujer como la figura responsable del hogar y la crianza de los hijos. Por otra parte, el lugar de los hombres y de las mujeres en la familia y en la sociedad fue favorecido y reafirmado socialmente, a través de dispositivos públicos que apoyaban el modelo normativo basado en el matrimonio. Las tipologías sociales que predominaban en las relaciones entre los géneros, la vida de pareja y la vida cotidiana de familia se caracterizan por estar inscritas en una estructura jerárquica, en la que la vida del hombre está orientada al nivel de lo público, y la de la mujer hacia lo privado, la maternidad y lo doméstico.
1. Paratextos
- Gráfico: En la imagen de la portada del libro, observamos un dibujo de una mujer muy elegante, que lleva unos anteojos oscuros y, está acostada apaciblemente sobre la arena. Aparentemente, disfruta del sol en la playa. Al fondo, se observa una carpa y una persona que practica el deporte extremo conocido como parapente. Junto a la patrona, en una silla, la empleada vestida con un uniforme lee una revista. Las dos se encuentran cubiertas por una enorme sombrilla para protegerlas de los rayos solares. Por otro lado, observamos un niño sin camisa, que viste una pantaloneta y una visera para cubrirse de los efectos solares; este niño juega con una bola. Alrededor de ellos hay gente leyendo, otros están jugando en la arena. Por último, se observa una carpa al lado de las dos mujeres y el infante. El escenario que se nos presenta en este paratexto nos permite visualizar dos personajes que pertenecen a una clase social acomodada y que tienen la capacidad monetaria para costear servicios domésticos. Cabe destacar que la vestimenta de la empleada y de la señora permiten fortalecer esta perspectiva tajante de una notoria división de clases sociales. También, el niño que juega con la pelota presenta una indumentaria elegante y fina, muy acorde con una clase social alta. Finalmente, nos percatamos de que el espacio físico donde comparten los personajes refleja un ambiente apto para el ocio y el esparcimiento. Además de que, en general, el entorno evidencia un lugar donde comparten individuos con un nivel elitista evidente.
- Verbal: Únicamente aparece el título del texto literario, el cual está compuesto por un grupo nominal, integrado por el artículo definido “el”, que brinda un significado de precisión y especificación, al establecer que no es cualquier delantal, sino es el de color blanco al que se le hará mención exclusivamente. Luego, tenemos el sustantivo concreto “delantal”, que según el Diccionario de la lengua española es una: “Prenda, con peto o sin él, que atada a la cintura se usa para proteger la ropa en tareas domésticas o profesionales” (RAE, 2015, p. 401). Lo anterior nos remite a un componente que integra el uniforme tradicional de las servidoras domésticas. Finalmente, está el adjetivo calificativo “blanco”, que de acuerdo con el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier y Alan Gheerbrant señala su importancia en el ámbito cultural universal de la especie humana: “El blanco –candidus– es el color del candidato, es decir de aquel que va a cambiar de condición (los candidatos a las funciones públicas se vestían de blanco)” (Chevalier, 2004, p. 189).
Todo el grupo nominal unido nos remite a que un personaje vivirá un nuevo comienzo en su existencia, uno de corte radical. El título del texto literario presagia un cambio drástico que le acaecerá a algún individuo en particular. No obstante, es una posible interpretación inicial que podemos inferir de este paratexto verbal.
2. Cotexto
2.1 Estructura
Este texto literario de Sergio Vodanovic, que consta de veintiuna páginas, lo podemos clasificar como perteneciente al género cómico (incluido dentro del teatro cómico breve) y al subgénero dramático conocido como la farsa, ya que presenta todas las características de contenido y estructura propias de este subgénero cómico y que, de acuerdo con el filólogo español Demetrio Estébanez, la definimos así:
Una pieza teatral, generalmente breve, de carácter cómico y satírico. Se destacan con humor hilarante aspectos ridículos y grotescos de ciertos comportamientos humanos. Además, de crítica y revulsivo frente a la opresión del poder, de la lógica racional, de la moral (tabúes) o de las presiones religiosas y políticas. La farsa provoca una liberación en los impulsos profundos del hombre frente a toda forma de opresión e inhibición. El humor y la risa, mecanismos liberadores, son fruto de una serie de recursos ya clásicos en la historia de la farsa (Estébanez, 2008, pp. 409-410).
Es muy importante destacar que el texto literario “El delantal blanco” incluye la risa, la sátira y el humor negro como parte de su entramado escritural. Esto también contribuirá a que se presente una serie de acontecimientos que atentan contra los poderes establecidos por una élite capitalista, la cual no ha hecho más que oprimir vilmente a la clase trabajadora en Chile. Por otra parte, a nivel estructural, el texto de Vodanovic cuenta con un solo acto, donde ocurren las acciones de la trama. Existen dos mutis de personajes en la obra: uno, cuando los bañistas se retiran, luego de haber sedado a la señora para llevarla a la clínica; y dos, cuando el caballero distinguido continúa con su entrenamiento y no puede seguir conversando con la empleada, convertida en toda una señora distinguida.
2.2 Mundo mostrado
2.2.1 Personajes
El criterio que nos servirá para el análisis será el de los personajes, ya que es el componente de la estructura textual que nos guiará en la senda para comprender la diégesis de la obra de Vodanovic. En esta obra teatral observamos una secuencia narrativa por enlace que, de acuerdo con Claude Bremond, es la que gobierna y comanda la trama. Bremond define este tipo de secuencia de la siguiente manera:
La misma serie de acontecimientos no puede, al mismo tiempo y en relación con un mismo agente, caracterizarse como mejoría y como degradación. Esta simultaneidad se vuelve, en cambio, posible si el acontecimiento afecta a la vez a dos agentes animados por intereses opuestos: la degradación de la suerte de uno coincide con el mejoramiento de la suerte del otro. (Bremond, 1970, p. 92)
(La empleada) (La señora)
Mejoramiento a obtener vs. Degradación posible
Proceso de mejoramiento vs. Proceso de degradación
Mejoramiento obtenido vs. Degradación realizada
El texto presenta a dos personajes femeninos: la señora (Patricia Hurtado) y su empleada doméstica, a la cual no se le identifica con un nombre en particular. Durante una estadía en un balneario, la señora conversa con su empleada sobre el contexto social en el que le ha tocado vivir. La señora alecciona a su servidora sobre la importancia descollante del dinero, el evitar leer historias fantasiosas de amor, la ventaja de trabajar para ella, entre otras nimiedades. No obstante, el acontecimiento que desencadena los procesos de mejoramiento y degradación que habla Bremond es el cambio de ropa.
En un momento de la conversación, la señora le ordena tajantemente a la empleada que intercambien de atuendo, lo que les traerá serios cambios a las dos. La empleada, inmediatamente después de colocarse el atuendo de su patrona, inicia un proceso de mejoramiento en su existencia: le da órdenes directas a su empleada-señora; se percibe más vanidosa con su cuerpo al verse sus uñas por primera vez. Además, la señora afirma que hasta la pueden llegar a cortejar vestida como está.
Al principio, la señora acepta las órdenes de la empleada, ya que esta le aclara a la señora que ella es la que porta el delantal blanco, lo que la convierte en una servidora doméstica. Pero de tanta insistencia la señora se llega a hastiar del jueguito de la empleada, y reclama el retorno a su papel como señora indiscutible. Inmediatamente, inician una acalorada discusión en la playa. Unos bañistas que transitan por el lugar se percatan de la gresca y le proponen a la empleada (disfrazada como señora) administrarle una inyección a la que ellos creen es su empleada, para dormirla y trasladarla a un dispensario cercano. Inclusive, la empleada-señora se apropia tanto de su nuevo rol social que les dice a los jóvenes que le ayudaron que no puede acompañarlos al dispensario, por cuanto debe cuidar a su hijo pequeño.
La empleada comienza a obtener un mejoramiento de su posición social mediante un cambio de ropa; mientras tanto, la señora-empleada sufre una degradación gradual en su papel social. La empleada asume una identidad diferente, mucho mejor de la que tenía; la señora ni siquiera es reconocida como tal. La vestimenta impide que los bañistas la reconozcan como una gran dama de clase alta. El juego se convierte en una triste e irónica realidad para la señora. Nunca se imaginó que su triquiñuela iba a convertirse en un pandemónium para ella.
Este texto literario tiene un comportamiento cíclico, ya que inicia con la señora que le indica a su hijo que se meta al agua para refrescarse. Y finaliza con una nueva señora que, también, le da indicaciones a su hijo. Aquí, lo interesante no es si su verdadera madre es quien lo realiza, sino que, a nivel social, es una señora de clase alta y con abolengo marcado para las dos situaciones. Nada más hay que destacar que, al final, es una empleada transformada en señora. En el siguiente esquema se visualiza cómo se manifiestan el mejoramiento y la degradación en estos dos personajes femeninos.
(La empleada) Proceso de mejoramiento | (La señora Patricia Hurtado) Proceso de degradación |
Inicio: Se cambia su delantal blanco por la blusa blanca y unos anteojos para el sol que le entrega la señora. | 1. Inicio: Desencadena su periplo lento hacia la degradación social al colocarse, momentáneamente, el delantal blanco. |
Desarrollo: Dicta órdenes. Adquiere más autoestima; no es tan tímida como antes. Cuida más su cuerpo: utiliza bronceador y observa detenidamente sus uñas. Se convierte en una posible candidata para un amorío. | 2. Desarrollo: Debe recibir órdenes, a lo cual no está acostumbrada. Escucha gritos constantes de alguien sin “clase”, sin prestigio social. Debe atender a su hijo; antes no lo hacía. Es víctima del tuteo de su empleada, variante lingüística que no es apropiada para una persona de su reputación. |
Desenlace: Alcanza una nueva y poderosa clase social. Se convierte en toda una distinguida señora de la clase alta en Chile. Logra cumplir el sueño que lee en sus revistas de amor. | 3. Desenlace: Es sedada mediante una inyección y trasladada a una clínica. Pierde su posición y reconocimiento social. Es considerada loca y malagradecida por rebelarse contra su “patrona”. Otra persona ocupará ahora su lugar en la familia y en la sociedad. |
- 2.3 Recursos retóricos
Dentro de los recursos retóricos que fortalecen y dinamizan el sentido irónico del texto literario, tenemos la metáfora, la hipérbole, el símil, la prosopopeya y la antítesis.
- Alusión: “Es tan peleador… / Salió al padre (…). Tiene una personalidad dominante…” (Vodanovic, s.f., p. 7). Se refiere al hijo de Patricia Hurtado, Alvarito, el cual representa la perpetuidad del discurso patriarcal en el que vive.
- Metáfora: “…las nubes son iguales” (Vodanovic, s.f., p. 13). Es el momento en que la señora y la empleada conversan sobre cómo se ve el mundo con un delantal blanco puesto.
- Hipérbole: “Tú leyendo y que Alvarito reviente” (Vodanovic, s.f., p. 8). Atañe a que se debe procurar tener cuidado con el niño, ya que se puede ahogar en el mar.
- Hipérbole: “Sin la plata no somos nada” (Vodanovic, s.f., p. 10). Invisibilización social si no se poseen riquezas y estatus en un mundo latinoamericano de apariencias.
- Símil: “Mira a ese roto vestido de smoking. Cualquiera se da cuenta que está tan incómodo en él como un hipopótamo con faja…” (Vodanovic, s.f., p. 11). Un pobre, aunque se vista de seda, pobre se queda. Eso es lo que se cumple en este símil. Hay personas que ni con la mejor ropa del mundo pueden lucirse como de clase alta.
- Metáfora: “Recuerda que por nuestras venas corre sangre azul” (Vodanovic, s.f., p. 11). Que el clasismo y el abolengo se llevan como una herencia imborrable en los genes familiares.
- Prosopopeya: “¿Cómo se ve la playa vestida con un delantal blanco? (Vodanovic, s.f., p. 16). Percibir el entorno mediante la vestimenta de una persona pobre, proletaria y domesticada, según el canon social.
- Antítesis: “Que me despida… ¡vestida así! ¿Dónde se ha visto una empleada despedir a su patrona?” (Vodanovic, s.f., p. 18). Aquí observamos la inversión de los papeles sociales. Instancia que impondrá la empleada al posicionarse como la nueva dueña del lugar.
- Antítesis: “La subversión del orden establecido. Los viejos quieren ser jóvenes; los jóvenes quieren ser viejos; los pobres quieren ser ricos y los ricos quieren ser pobres. Sí, señora. Asómbrese Ud. También hay ricos que quieren ser pobres” (Vodanovic, s.f., pp. 20-21). El deseo, casi obsesivo, de romper con los paradigmas, aunque sea mediante la lectura de algún texto que los haga soñar con un mejor mañana, como le sucedió a la empleada en la obra de teatro de Vodanovic.
- 2.4 Estrategias discursivas
Para entender este texto literario es imprescindible que nos refiramos a la estrategia discursiva conocida como la parodia. De acuerdo con Demetrio Estébanez Calderón, en su Diccionario de términos literarios,
La parodia es un recurso utilizado, no solo en la imitación burlesca de estilos y textos literarios, sino también en la sátira social y especialmente para la desmitificación de conductas, instituciones, creencias y valores inauténticos o que gozan de inmerecido prestigio. Presupone un trastocamiento festivo de jerarquías y valores establecidos (Estébanez, 2008, pp. 808-809).
El texto de Vodanovic es una completa parodia. El personaje de la empleada es una mujer de campo que necesita trasladarse a la ciudad para poder conseguir trabajo. Desde su infancia ha sufrido grandes carencias económicas. Mientras tanto, la señora se casó con un político adinerado. Nunca tuvo que trabajar para conseguir su sustento. Goza de todas las comodidades posibles: vida placentera en la playa, servidumbre a su disposición, buen automóvil, entre otros lujos. No obstante, la trama del texto gira para desmitificar esta figura de poder y, por un simple juego de intercambio de vestimenta, la trama cambia. Lo que antes era una mujer elegante y poderosa ahora es una simple empleada que recibe órdenes a toda hora. Su rol social decae a lo más bajo del escalafón laboral. Su peor pesadilla se vuelve realidad: perder su estatus social.
La trama de la obra nos presenta a una empleada que, de la noche a la mañana, se convierte en la suntuosa señora de un político acaudalado y reconocido. El destino la coloca como una triunfadora ante su despótica patrona. Inclusive, llega a desdeñarla totalmente, cuando se la llevan para la clínica y no acompaña a los bañistas que la trasladan. Pasa de ser tímida a autoritaria. Se burla de su señora al darle órdenes y reírse porque la va a echar de su trabajo por atrevida e insolente. Poco a poco, se va empoderando de una posición social con la cual solo había soñado. La señora es tipificada de loca-histérica. Además, nadie le reconoce su supuesta “sangre azul”, lo que la lleva a un paroxismo desenfrenado contra la empleada. Por eso, la parodia es la estrategia que utiliza, muy sagazmente, Vodanovic para burlarse de las clases poderosas de su país.
III. Estructuras de mediación
3.1 Interdiscursos
En esta obra de teatro nos encontramos con dos discursos muy marcados y latentes en las sociedades latinoamericanas: el clasismo y el patriarcado. Desde que inicia el diálogo entre los dos personajes centrales, observamos un distanciamiento social pronunciado. La señora cuestiona el origen humilde de su empleada. Inclusive, se mofa de las personas que habitan en el campo y de cómo desaprovechan las oportunidades que les ofrece el Estado. Veámoslo en la siguiente cita:
No me vengas con ese cuento. Conozco la vida de los inquilinos en el campo. Lo pasan bien. Les regalan una cuadra para que cultiven. Tienen alimentos gratis y hasta les sobra para vender. Algunos tienen hasta sus vaquitas… ¿Tus padres tenían vacas? (Vodanovic, s.f., p. 9).
La señora humilla la clase social humilde de su empleada; además, la atosiga constantemente sobre la forma en que viven las personas en el campo. Las considera parásitas de la sociedad, ya que devengan un inmenso conjunto de ventajas pero no las aprovechan para desarrollar un proyecto de vida.
También, la señora establece firmemente su privilegiada posición social en todo momento. Le recalca a la empleada que ella recibe un salario, por lo que debe agradecer la oportunidad que se le dio de tener un “trabajo digno”. Le reitera que tiene una habitación y ropa limpia, como si fueran “enormes” privilegios para un ser humano. El clasismo se percibe, además, cuando la señora fanfarronea de que posee un auto muy lujoso que todos admiran:
Bueno… no sé… Será por lo mismo que me gusta venir en el auto, aunque la casa esté a dos cuadras. Me gusta que vean el auto. Todos los días, hay alguien que se detiene para mirarlo y comentarlo. No cualquiera tiene un auto como el de nosotros… Claro, tú no te das cuenta de la diferencia. Estás demasiado acostumbrada a lo bueno (Vodanovic, s.f., p. 9).
Por otro lado, vemos que, en esta obra de teatro en particular, la vestimenta es un signo importante para diferenciar las clases sociales. La señora viste un blusón de toalla blanca, un traje de baño y unos anteojos para el sol; mientras que la empleada viste un delantal blanco. La señora reitera que la clase se trae en la sangre, y aunque ella se cambie de atuendo, siempre la distinguirán como la gran dama de sociedad que es:
Pero no… Es diferente. Mira. Yo con este traje de baño, con este blusón de toalla, tendida sobre la arena, sé que estoy en “mi lugar”, que esto me pertenece… En cambio, tú, vestida como empleada sabes que la playa no es tu lugar, que eres diferente… Y eso, eso te debe hacer ver todo distinto (Vodanovic, s.f., p. 13).
Y también enfatiza su estirpe aristocrática incuestionable y por derecho adquirido en la figura de su “tierno” Alvarito: “¿Y este crees tú que puede ser hijo de aristócrata? ¿Con esa nariz? ¿Con ese pelo? Mira… Imagínate que mañana me rapten a Alvarito. ¿Crees tú que va a dejar por eso de tener aire de distinción?” (Vodanovic, s.f., p. 12).
Es evidente que la señora goza en establecer una diferencia tajante con su empleada. Así pues, la empleada sufre escarnio hasta por el hecho de que tuvo que alquilar un traje de baño en su infancia, cuando fueron a pasear a una playa en Cartagena. La señora denosta contra la identidad de la empleada hasta el punto de caricaturizarla y vilipendiarla:
Una vez con Álvaro, nos detuvimos en Cartagena a echar gasolina al auto y miramos a la playa. ¡Era tan gracioso! ¡Y esos trajes de baño arrendados! Unos eran grandes que hacían bolsas por todos lados y otros quedaban chicos que las mujeres andaban con el traste afuera. ¿De cuáles arrendabas tú? ¿De los grandes o de los chicos?
Con respecto al patriarcado, la señora lo exterioriza en la figura de su hijo pequeño, por cuanto le inculca, constantemente, que tiene una personalidad dominante y que es una tradición familiar poseerla. Lo anterior lo vemos plasmado en la figura de la abuela, la cual es la matrona de la familia y la que le hereda esa personalidad a Alvarito: “Salió al padre… Es inútil corregirlo. Tiene una personalidad dominante que le viene de su padre, de su abuelo, de su abuela… ¡sobre todo de su abuela!” (Vodanovic, s.f., p. 7). Aquí, somos testigos de la continuidad del patriarcado en todo el linaje de los Jiménez.
Por otro lado, y siempre con la figura de Alvarito, en un momento el infante le destruye un castillo de arena de forma violenta a una niña con la que estaba jugando. La señora ni se inmuta ante tal conducta y más bien la alaba, dando pie a fortalecer las conductas patriarcales que el niño deberá incrementar en su etapa adulta. Del mismo modo se aboga por el clasismo a ultranza, cuando la señora se ufana en exponer su alcurnia privilegiada ante la empleada:
¡Ah! Lo crees ¿eh? Pero es mentira. Hay algo que es más importante que la plata: la clase. Eso no se compra. Se tiene o no se tiene. Álvaro no tiene clase. Yo sí la tengo. Y podría vivir en una pocilga y todos se darían cuenta de que soy alguien. No una cualquiera. Alguien. Te das cuenta ¿verdad? (Vodanovic, s.f., p. 10).
La señora llega a pensar que disfruta de un nivel casi aristocrático. Su ego y ambición son infinitos: “Pero no te das cuenta que no puede ser así…Mira a mi hija… ¿Me has visto a mí alguna vez usando aros así? ¿Has visto alguna de mis amigas con una cosa tan espantosa? ¿Y el peinado? Es detestable. ¿No te das cuenta que una mujer así no puede ser aristócrata?” (Vodanovic, s.f., p. 11).
Pero el símbolo más evidente de clasismo es la ropa. La empleada, por su condición de pobreza, debe vestir un uniforme, el que la identifica inmediatamente como una persona proletaria y que se encuentra en un rango social bajo, ya que su trabajo es de servicio doméstico para un estrato social mejor acomodado. Inclusive, a la hora de sentarse, la empleada debe siempre estar atrás de su señora, ratificando la discriminación social que enfatiza la trama del texto literario de Sergio Vodanovic. Veámoslo en la siguiente cita: “No. Adelante no. Una empleada en la playa se sienta siempre un poco más atrás que su patrona” (Vodanovic, s.f., p. 14).
Es en el momento del intercambio de vestimenta que los roles se autoasumen, de acuerdo con lo que se tenga puesto en ese instante. Por desgracia para la señora, el juego que le propone a su empleada de intercambiar atuendos le traerá un sinsabor enorme para sus intereses.
Otra expresión de clasismo se observa cuando la señora le indica a su hijo Alvarito que meta los pies al agua y aduce que “no sea tan de rulo”. “Alvarito, métase un poco al agua. Mójese las patitas siquiera… No sea tan de rulo… ¡Eso es! ¿Ves que es rica el agüita?” (Vodanovic, s.f., p. 14). Esta expresión del habla chilena mapuche (en el WordReference.com) connota una perspectiva discriminatoria para una clase social en particular: la que habita en las zonas desérticas de Chile. Por lo que la señora, también, denigra de manera solapada a otros grupos étnicos en su país natal. Así pues, la señora continúa su burla para con la empleada al decirle que hasta podría ser objeto del deseo de un hombre al estar vestida ahora como señora; por lo que se infiere que, antes de tener esa vestimenta, no era digna de ser tomada en cuenta para alguna relación amorosa seria.
Además, a nivel sociolingüístico, encontramos que la forma de tratamiento conocida como tuteo no es conveniente cuando una servidora doméstica se dirige a su patrona. Esto es un rasgo de clasismo evidente, debido a que hasta en el ámbito idiomático se discrimina a una persona por pertenecer a un estrato social bajo.
Otro factor que alimenta el clasismo es cuando la señora, ya hastiada de que la empleada le dé órdenes por todo, le dice que va a saber quién es y la va a poner en su lugar. La señala como una “china”, que, en el Diccionario de chilenismos en línea, es un modismo que designa a una indígena o mestiza empleada en el servicio doméstico, por lo que se continúa alimentando el clasismo radical que habita en la personalidad de esta señora. La patrona lo externa de la siguiente forma: “¡China! ¡Ya te voy a enseñar quién soy! ¿Qué te has creído? ¡Te voy a meter presa!” (Vodanovic, s.f., p. 19).
Por último, hay otra expresión que solivianta la idea del clasismo que venimos analizando, y es cuando el personaje conocido como “el caballero distinguido” le dice a la empleada-señora que es por culpa del comunismo que hay una subversión en el orden social establecido:
–¿Hace mucho tiempo que está con Ud.? –¿Quién? –Su empleada. –Poco más de un año. –Y así le paga a usted. ¡Queriéndose pasar por una señora! ¡Como si no se reconociera a primera vista quién es quién! ¿Sabe Ud. por qué suceden estas cosas? –¿Por qué? –El comunismo (Vodanovic, s.f., p. 21).
No obstante, al final de la obra dramática el caballero distinguido tranquiliza a esta empleada-señora, al indicarle: “Pero no nos inquietemos. El orden está establecido. Al final, siempre el orden se establece… Es un hecho… Sobre eso no hay discusión…” (Vodanovic, s.f., p. 21). Aquí notamos claramente que, aunque existan otras ideologías políticas, siempre se regresará a los modelos de dominio y clasismo de un capitalismo que impera en el Chile de mediados del siglo XX.
IV. Contexto
4.1 Implicaciones sociales e ideológicas
Esta obra literaria de Sergio Vodanovic nos presenta un panorama de discriminación que existe en toda América Latina. Las oportunidades de movilidad social para la clase trabajadora son mínimas. Por lo general, se les dan trabajos con el fin de explotarlos vilmente. Muchas veces no poseen ni una seguridad social digna para amparar a sus familias; mucho menos una posible pensión para poder retirarse dignamente después de décadas de trabajo honrado. El sector doméstico es muy frágil, ya que no siempre tienen un resguardo legal para que sean protegidas por las leyes laborales establecidas de cada país. El texto denuncia la brutalidad de abusos y menosprecios de que son víctimas las trabajadoras domésticas; por lo general, a estas servidoras no se les trata con igualdad dentro del escalafón social. Toda la construcción irónica que propone Vodanovic explora el pujante clasismo que todavía persiste en nuestras sociedades latinoamericanas. También, hay una fuerte crítica al aparato ideológico conocido como el matrimonio, donde el amor ya no es el objetivo en la pareja, sino conseguir un estatus social alto a toda costa, sin importar que no exista algún tipo de vínculo sentimental ni empatía alguna. El capitalismo caníbal devora a los más desposeídos y los sumerge en una situación de precariedad total, donde toda la familia se ve afectada seriamente.
Por último, la señora, según el postulado de Lucien Goldmann, no se comporta como un sujeto único, sino que presta su voz para que todo un colectivo transindividual emerja de sus enunciados y desee plasmar el clasismo eternamente en su ámbito social. Ese deseo de cimentar reiteradamente el patriarcado en la mente del niño es otro anhelo de un sujeto colectivo que está preocupado únicamente por su bienestar. La banalidad y superficialidad de los sectores poderosos destellan en el texto como una práctica usual para exhibir su condición de dominio sobre otros individuos. Finalmente, vemos como se continúa con el estereotipo discriminatorio hacia las minorías que habitan en el campo, ya que la ciudad es considerada como el lugar idóneo de los que acaparan el poder social del país.
Los códigos de vestimenta o etiqueta (actúan como microsemióticas en el texto, según Edmond Cros) son una muestra, además, de esa memoria colectiva, en la cual, aunque algún individuo se vista con un código que no le corresponde, nunca ocupará una posición diferente. Así pues, la sorna continua que le implanta la señora a su empleada no es sino otra muestra de esa estirpe de mando y poderío que deben utilizar las clases altas para oprimir a los más humildes. Los signos como los anteojos de sol, las blusas caras y los automóviles costosos están presentes en esa memoria colectiva de las clases sociales altas para diferenciarse de los demás mortales.
V. Conclusiones
La sociedad chilena que subyace en el texto de Vodanovic es conservadora y sumamente clasista. Es evidente que la clase alta se destaca por su ambición y acumulación de riquezas. Además, vemos que mientras se institucionalice la idea de un patriarcado infinito, todos los ciudadanos tendrán un “mejor” bienestar. Las posibilidades para la clase baja son muy reducidas. El matrimonio no es una opción si el pretendiente es un pobretón; la única salida está en el dinero. Vemos que, casi por un designio del destino, los pobladores del campo que se trasladan a la ciudad llegan a ocupar trabajos mal pagados y sin mayores expectativas de crecimiento personal. El materialismo y consumismo de la clase alta son otro factor que caracteriza a los más pudientes. El no tener casa propia es algo común para el proletariado. No obstante, en ocasiones, se vale de medios escritos para soñar con un mejor futuro, a pesar de que el entorno social no es muy prometedor.
La clase alta siempre se regodea de que a los pobres que habitan el campo se les brinda apoyo de todo tipo; no obstante, esto nos indica que se les brindan bicocas para paliar un poco el piélago de carencias con las que viven, y nunca se les brindan soluciones rápidas y oportunas. El poderoso da unas migajas, pero la mayoría de la riqueza queda en unos pocos. Los estratos altos buscan perpetuarse en el poder. La sociedad que predomina en el texto literario no permite que descubramos las causas de la desgracia e infortunio de las clases bajas; sin embargo, percibimos que en un momento dado hubo una propuesta comunista que se intentó implantar, y no dio el resultado esperado, por lo que se anhela regresar al modelo capitalista para seguir oprimiendo a las masas ignaras. Asimismo, la clase alta no solo controla las industrias y la política, sino también los códigos de etiqueta y moda, donde un pobre no puede estar nunca a la moda; solo los que detentan el poder son capaces de asignar códigos para todo el conglomerado social. La gente pobre se anestesia un poco con suplementos literarios que los llevan a soñar con un futuro prometedor, instantáneo, rápido y sin esfuerzo, lo que también nos permite concluir que hay aparatos ideológicos, como las grandes editoriales, que manipulan al pueblo para que siga adormilado y, no cuestione su modo de vida.
Este texto de Vodanovic encara a una sociedad plagada de injusticias y aprovechamientos que generan unos pocos para seguir oprimiendo descaradamente a la clase trabajadora. Desnuda las arbitrariedades de una clase social que no desea, por ningún motivo, dejar el poder absoluto. La idea es perpetuar a su clan familiar por la eternidad y seguir controlando a los más desposeídos. La vigencia de este texto literario del año 1964 continúa hasta el día de hoy, donde las clases altas están anuentes a seguir mancillando a los más necesitados de ganarse la vida, por cuanto no han tenido las mismas ventajas económicas, sociales y educativas que otros sectores. Finalmente, agregar que sería muy práctico observar la obra de teatro en YouTube y, así, compararla con el texto escrito. Lo anterior para que los alumnos presencien, aunque sea en video, la puesta en escena de esta comedia en un acto. El docente luego puede realizar otros videos con sus estudiantes, utilizando el teléfono celular inteligente para dinamizar el aprendizaje áulico.
Un acercamiento interpretativo al texto dramático “El delantal blanco”, de Sergio Vodanovic. Carlos Andrés González-Hernández. Revista Umbral, volumen 46, N.º 2, julio-diciembre, 2021. ISSN 1409-1534, e-ISSN 2215-6178

Acerca del autor
Ministerio de Educación Pública
San José, Costa Rica
ID ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3643-6722
- Este autor no ha escrito más artículos.